María Paula, nuestra hija de 4 años le ha sacado provecho a esta cuarentena. Ella ha sido la mayor beneficiaria en la casa. Nos tiene a su entera disposición 24/7 y los niveles de "mamitis aguditis" han cobrado una nueva dimensión. ¿Te suena familiar?
Nuestra creatividad e improvisación para el entretenimiento ha sido todo un reto. Sin embargo, pasó algo que marcó nuestras vidas, un antes y un después, que opacó muy pronto el amargo recuerdo de la #pandemia; Y es que María "tormenta" aprendió a montar bicicleta sin rueditas. (suerte que tenemos algo de espacio)
Este gran acontecimiento en la vida de un niño no es cosa menor, pues me ha dejado sorprendida como ella estaba totalmente determinada a lograrlo. Temerosa, sí, pero emocionada y sobre todo enfocada. Orgullosamente les digo que en su primer intento lo logró y tan sólo unos minutos después, estaba dando clases cual experta.
No pude contener la emoción y para variar lloré (llorona irremediable ¿recuerdan?). Al mismo tiempo sentí un poco de pena. Me dio pena cómo nosotros los adultos lo complicamos todo. Nos llenamos de razones baratas para no arriesgar, de temores absurdos y fácilmente abandonamos algún sueño/proyecto por miedo a "caernos". En cambio, ella en su inocencia tenía claro lo que debía hacer, no dudó y a pesar de los riesgos, se lanzó.
En toooodas las historias de éxito, este comportamiento es la regla. Riesgo, compromiso y empeño. ¡Sin atajos! ¿Cómo es que dejamos que nos venza el miedo? ¿El miedo a qué?
Muchas veces las lecciones vienen de lugares menos esperados y los niños tienen esa capacidad de darnos lecciones a diario. Unos días después, publiqué mi blog CinthyaUzc.com (sin rueditas), un proyecto personal que tenía dormido por un tiempo, aun sabiendo que tengo mucho camino por recorrer. Lejos de ser perfecto, pero con la confianza que algo aprenderé y que allá afuera hay mucha gente dispuesta a ayudar, a compartir sus historias de fracasos, superación y/o éxito.
Los invito a estar atentos a esas pequeñas lecciones en nuestro diario vivir, cambiemos la forma en cómo vemos las cosas y más pronto que tarde veremos los frutos.
¿Tienes una anécdota similar? Cuéntame.
Comments