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Foto del escritorCinthya Uzcategui

Sin culpa

¿Ustedes también sienten culpa por extrañar cosas que hacían antes y que repentinamente cambiaron?


Me siento terriblemente culpable cada vez que tengo la necesidad de cosas que podríamos describir como “banales” pero que en el fondo son importantes; ¡no no no! Muy importantes para mí.


Estoy segura de que, aunque muchos de nosotros estamos conscientes de los enormes privilegios en los que vivimos, aun así, esta situación nos tiene frustrados. Inicialmente asumimos esta realidad con resignación y a veces entusiasmo, hasta como una pausa sana, pero a medida que nos damos cuenta de que la situación tiene muchos elementos #PERMANENTES, se hace más difícil mantener la cordura y el mismo entusiasmo.


No voy a entrar en materia económica por ser un tema demasiado sensible y doloroso, sólo me voy a referir a situaciones que eran parte de nuestro día a día y dimos por sentado.


Mi primer ejemplo y posiblemente el más difícil de manejar, el colegio. Madre de dos niñas en edad escolar, una en 5to grado y la otra en Pre-Kinder. Un día en la “nueva normalidad” (odio ese nombre): además de la lucha de siempre; levantarse temprano y ponerse el uniforme, le agregamos la ansiedad del correcto funcionamiento del internet y la plataforma virtual. En el caso de los más chicos, la angustia de que no dañe la computadora que tiene que compartir con su hermana o sus padres, quienes a su vez tienen que trabajar en ese computador que tiene altas probabilidades de sufrir un accidente doméstico. No poder seguirles el ritmo a los correos de las maestras que llegan a cualquier hora y cualquier día de la semana. Tareas, Módulos, Talleres, o #comosellamen


Afortunadamente mi hija mayor ya se maneja por su cuenta, pero en el caso de la menor, es una tortura verla obligada frente a la pantalla, diciendo imprudencias. ¡Mi cabeza solo piensa “y pensar que tuve que reagendar esa reunión” para verla bostezar, decir que esta aburrida y torturarme de la vergüenza! Sí, lo sé, me merezco un abrazo, ¡y ustedes también! Que levante la mano quienes ahora piensan que las maestras son unas santas.

Un martes cualquiera me pueden ver encerrada en el baño o en la cocina, ya que simultáneamente, mi esposo, mi hija de 5to, la “tormenta” de Pre-Kinder y yo, estamos en llamadas. A demás muchas veces toca encender la cámara. #nimodo


Otra rutina, que me ha sido difícil superar son mis ya limitadas visitas a la peluquería. Y digo limitada porque yo siempre he dicho que soy una pésima clienta. Para nada consecuente ni fiel. Sin embargo, si algo tenemos las latinas es la #vanidad bien arraigada. Había sentido ya una leve satisfacción pintándome las uñas, con un pedi #aceptable. Luego de un trágico intento de corte de cabello, aun así, tuve la osadía de realizarme yo misma un alisado brasilero. #quienmemanda a inventar. Luego de 5 horas de tratamiento, mi casa llena de humo, los dedos y las orejas quemadas de la plancha, totalmente agotada, mi ilusión se quebró cuando el excelente resultado del alisado brasilero dejó en evidencia mi poca capacidad para cortar el cabello. Más nunca me quejo del tiempo en la peluquería y el precio de los tratamientos.


Por último, lo que verdaderamente me tiene el corazón partido, lo que hace que tenga días buenos y días malos. El #bendito distanciamiento social. Un día puede ser: “Debemos ser responsables, solo con disciplina saldremos de esto, sí podemos seguir adelante con las medidas necesarias” y #cincodoritosdespues: “No aguanto más, esto no es vida, no puedo mantenerme alejada de mis seres queridos, quiero besar y abrazar a todos los que amo.


Quiero ver a mis hijas tener una infancia bonita, compartir con “amigos” desconocidos, llenarse de tierra en el parque, comer helado los domingos, nadar en la playa. Quiero abrazar a mis padres sin temor a contagiarlos, quiero robarles picos a mis sobrinos y apretarlos con todas mis fuerzas, quiero pasarme de tragos con mis hermanos y llorar abrazados por cualquier tontería y no por las trágicas muertes de este terrible virus que cambio nuestras vidas para siempre. Quiero ir a la peluquería, arreglarme, salir de fiesta, estar sola un momento y reír sin sentir culpa.


No cerraré este día con lamentos, sino por el contrario quiero que sea un día de agradecimiento. Quiero tomarme el primer café de la mañana convencida que voy a cosechar lo que sembramos con esfuerzo y trabajo. Me quedo con qué #nadiemequitalobailado. Sé que nunca he dejado de decir #tequiero a mis seres queridos, que mi hogar es el reflejo de valores que mis padres me enseñaron y que siempre haré el esfuerzo de inyectarle #empatía a mis acciones. Prometo contagiarlos con mejores vibras en el futuro. Miles de abrazos para todos.



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1 Comment


mariavqo
Jun 22, 2020

Yo tengo 3 años en cuarentena jajaja desde que llegué a Panamá! pero de verdad a estas alturas la paciencia tiene un límite!

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